1) Brasil, hasta hoy, no ha desarrollado gobernanza forestal coherente y eficaz para proteger y gestionar los bosques naturales con enfoque en sus biomas.
2) A pesar de la relevancia de los bosques tropicales y de los progresos en el establecimiento de los marcos institucionales, el patrimonio forestal sigue sin recibir la prioridad política y presupuestaria que merece.
3) Brasil ha reforzado su institucionalidad ambiental mediante leyes, organismos gestores, ministerio ambiental y comisiones transversales, sin embargo los bosques no tienen recibido la merecida atención política de los gobernantes, que están más preocupados en gestionar el cortísimo plazo y con las próximas elecciones.
4) No se observa un genuino interés de las autoridades brasileñas en insertar el patrimonio forestal natural en el centro de las prioridades nacionales, estatales y locales.
5) Lo que dificulta la protección de los bosques naturales no es la carencia de leyes, sino la falta de voluntad política y baja capacidad de gobernanza de las instituciones ambientales brasileñas.
6) Igual que ocurre en otros países, especialmente africanos, el sector forestal brasileño está plagado de mala gobernanza, malas prácticas y elevados niveles de corrupción.
7) Gran parte de las talas se llevan a cabo de forma ilegal, impulsadas por ganaderos y productores de soja.
8) En los últimos años se ha producido amplio cuerpo normativo legal e infra-legal que engloba cuestiones ambientales diversas, como sanciones civiles y administrativas, criminalización de conductas contra la flora, gestión de recursos forestales y áreas protegidas, sin embargo no se observa voluntad política para proporcionar los recursos para ponerlo en práctica.
9) Brasil se destaca por su política agresiva de subvenciones al sector agropecuario, hecho que intensifica la presión sobre la frontera forestal.
10) Brasil no tiene una estrategia nacional para recuperar el gran pasivo ambiental representado por tierras deforestadas degradadas y abandonadas, medida que permitiría adoptar una política de deforestación cero sin afectar a la producción agropecuaria.
11) La historia económica brasileña está marcada por el uso predatorio de los recursos naturales, basada en el modelo colonial monoexportador.
12) Brasil adopta modalidad de desarrollo que prioriza políticas económicas dirigidas al crecimiento económico de corto plazo con subvenciones públicas y exportaciones de materias primas brutas, lo que explica el escaso éxito de sus estrategias de desarrollo sostenible.
13) Brasil no ha elaborado políticas sectoriales y transversales consistentes para promover el desarrollo sostenible y para enfrentar el creciente recrudecimiento de los problemas ambientales que no son abordados, sea por fallas o lagunas en la legislación o por falta de voluntad política para implementar sistemas de gestión y de fiscalización adecuados.
14) Ningún gobierno brasileño ha buscado fomentar el consenso y la cooperación entre sectores pertinentes para resguardar los bosques naturales, particularmente los primarios, y sentar las bases para avanzar hacia un modelo más sostenible de desarrollo, que considere los beneficios y los costes de oportunidad para proteger y conservar los biomas, los ecosistemas y los servicios ambientales que prestan.
15) Brasil adopta políticas mixtas de prevención y control. Tiene un vasto cuerpo normativo e instituciones de control y fiscalización, sin embargo las presiones derivadas de los arcaicos procesos productivos y de ocupación territorial determinan que la deforestación y la degradación forestal continúen su curso.
16) La expansión desordenada de la frontera agropecuaria, en especial hacia la Floresta Amazónica, causa gran deterioro de los suelos y enorme pérdida de biodiversidad asociada a la reducción de los hábitats.
17) El cambio de uso del suelo en la Amazonía es muy intenso y generalmente con poca o nula planificación.
18) Las tasas de deforestación de la Amazonía, en los últimos 50 años, están entre las más altas del mundo.
19) La conversión de tierras forestales en ganaderas y agrícolas ha comprometido la integridad ecológica de los ecosistemas forestales brasileños y ha limitado su capacidad de proveer servicios ambientales. En algunos casos, como el de la Floresta Atlántica, el ecosistema forestal fue fragmentado drásticamente, produciendo su desaparición casi completa.
20) La fragmentación, degradación y destrucción total de los ecosistemas forestales para expansión de la agricultura, la ganadería y los asentamientos humanos afectan drásticamente a los procesos ecológicos esenciales y limitan el suministro de servicios ambientales fundamentales, como la producción de agua, afectando particularmente a los sectores más marginados y desprotegidos de la sociedad.
21) La FAO ha puesto un gran empeño para estimular los Estados a formular programas forestales nacionales como marco de política destinado a promover la gestión sostenible de bosques. No obstante, Brasil no formuló ni estrategia ni plan forestal nacional. Tampoco de conservación de los recursos genéticos forestales, de restauración de los suelos degradados, de protección y restauración del sistema hidrológico-forestal y de control de la erosión. Brasil tiene un amontonado de acciones desordenadas en todas áreas citadas.
22) Brasil no tiene una estrategia nacional de biodiversidad, pero sí directrices dispersas en muy diversos documentos infra-legales.
23) Brasil no tiene una estrategia consistente para aumentar la superficie de bosques plantados para producción de energía y madera certificada, a fin de reducir la presión sobre los bosques naturales.
24) Brasil no tiene política consistente de promoción de desarrollo sostenible y financiación de actividades de producción con altos rendimientos económicos y sociales y de bajo impacto ambiental para la Amazonía.
25) Brasil no tiene estrategia de inversión en investigación y desarrollo para prospección de productos de la biodiversidad forestal.
26) Sin un marco que trate las cuestiones forestales fundamentales de protección y gestión forestal sostenible con objetivos específicos y mensurables, definiendo destinatarios de las medidas, las cadenas de resultados y la capacidad para monitorear la aplicación de las políticas y medidas será difícil alcanzar adecuada gobernanza forestal.
27) La acción forestal nacional se halla mal organizada y fragmentada de forma que en el nivel federal los ministerios de agricultura, desarrollo agrario y de medio ambiente rivalizan entre sí para obtener recursos, siendo que los dos primeros buscan reducir los umbrales de protección ambiental.
28) En el ámbito gubernamental se observa la duplicación de esfuerzos y la falta de capilaridad de las acciones de protección ambiental en todo territorio nacional.
29) El Ministerio de Agricultura, dominado por ruralistas y ocupado por una Ministra francamente hostil a la protección de los bosques, por su fuerza política y presupuestaria impone la línea de acción del gobierno brasileño, sin que importe el deterioro de los ecosistemas y de los recursos naturales.
30) La creación de infraestructuras turísticas, la estructuración del sector forestal y el uso inteligente de la biodiversidad requieren inversiones en planificación, investigación y desarrollo y son de más largo plazo, mientras las fuerzas económicas brasileñas optan por beneficios a corto plazo, explotando predatoriamente los recursos naturales, ante la pasividad del Estado o incluso impulsado por él.
31) Datos de diversas fuentes confirman que dentro y en el entorno de áreas protegidas la deforestación es significativamente inferior que en el exterior y que las unidades de conservación reducen, pero no impiden la deforestación.
32) A pesar de los progresos en el aumento del territorio protegido y la mejora de su gestión, todavía existen dudas sobre la sostenibilidad de la explotación de madera en unidades de conservación de uso sostenible.
33) En la Amazonía, significativa parte de la explotación maderera es ilegal.
33) Solo el 6,1% de la superficie terrestre brasileña está estrictamente protegida (en 577 unidades de conservación que suman 523.270 km2), lo que es insignificante para un país de dimensiones continentales como Brasil.
34) Las APA representan alrededor del 30% de las áreas de unidades de conservación del territorio brasileño, continental y marino, y en el ámbito de los Estados representan el 44%.
35) Las APA presentan diversos problemas de gestión y elevados índices de deforestación, incompatibles con los objetivos de una genuina unidad de conservación.
36) Brasil no tiene un marco jurídico coherente que ofrezca directrices consistentes y firmes para la acción de los Estados, municipios y diversos sectores interesados, y para equilibrar los intereses privados y públicos, las necesidades presentes y futuras, los beneficios ambientales y económicos.
37) A pesar de que Brasil cuenta con Ley Forestal desde 1934, el Bosque Atlántico fue eliminado casi completamente durante el siglo XX.
38) A pesar de que la Ley Forestal de 1965 fue la más protectora, exigiendo conservación de parcelas de vegetación nativa en cada propiedad agraria y plan de manejo forestal para explotación y comercialización de productos forestales, la Floresta Amazónica y los bosques del Cerrado fueron dilapidados a un ritmo vertiginoso.
39) A pesar de que los sucesivos gobiernos adoptaron el discurso de la defensa de la Floresta Amazónica, en razón del aumento de la presión internacional, ninguno ha enfrentado la mayoría de las causas subyacentes de la deforestación.
40) Para impedir la destrucción y la degradación de los bosques primarios brasileños es preciso un cambio radical en las políticas y prioridades estatales.
41) La Constitución de Brasil establece un marco regulatorio positivo para estructurar el desarrollo sostenible, sin embargo, la legislación sectorial y transversal muchas veces la contradicen e inhiben actividades esenciales para alcanzarlo.
42) En Brasil, históricamente, la legislación forestal fue ampliamente ignorada y violada.
43) La ley forestal vigente, de 2012, fue formulada y aprobada por las fuerzas políticas hostiles a la protección de los bosques naturales, reflejando, en gran medida, los intereses de los ruralistas.
44) La ley forestal vigente ha retirado el estatus de preservación permanente de las florestas existentes en tierras indígenas.
45) La ley forestal vigente ha reducido drásticamente el papel de los bosques en la protección ambiental y la conservación de la diversidad biológica.
46) La ley forestal vigente amnistió a los infractores de la ley precedente aumentado la sensación de impunidad que reina en el país.
47) Brasil ha tenido tres leyes forestales de ámbito nacional, las dos primeras fueron ineficaces y la tercera atribuye excesiva importancia a la producción agraria y poca a la protección de los bosques.
48) No tiene sentido formular una ley forestal para un país de dimensiones continentales igual a Brasil. Es necesario formular una ley forestal para cada bioma, que tenga regulaciones diferenciadas en función de la variedad de los ecosistemas, la necesidad de mantener la biodiversidad, el potencial de la silvicultura y los objetivos de desarrollo en áreas rurales.
49) La ley forestal vigente no asegura financiación para valorar la multifuncionalidad de los bosques naturales y equilibrar los intereses sociales, económicos y ambientales de la nación.
50) La ley forestal vigente ha reducido drásticamente los espacios protegidos en propiedades agrarias privadas, regularizó las ocupaciones ilegales y autorizó su recuperación con especies forestales exóticas.
51) El marco legal forestal brasileño necesita ser reconstruido para considerar de forma equilibrada la producción maderera sostenible, la producción agropecuaria, la protección de la naturaleza y de los valores vinculados a los bosques.
52) La ley forestal vigente no es compatible con los convenios internacionales firmados por Brasil en materia de cambio climático y biodiversidad.
53) La protección de los bosques naturales, en especial los tropicales, es asunto que concierne a toda la humanidad. Sin embargo, más de dos décadas después de la Cumbre de la Tierra de 1992, su valoración en diversos ámbitos no avanzó como se esperaba.